lunes, 13 de julio de 2009

Estética de masas


La situación era más o menos la siguiente: destrozados después de las aplastantes victorias del rival, aquellos pobres hombres, antaño señores de Europa, no sabían qué hacer. La derrota no era una más: prometía ser humillante, y durante un tiempo así lo fue. Pero alguien sí sabía –ya lo había ensayado con desigual fortuna- qué se tenía que hacer y decir para devolverle a su parroquia herida el orgullo de ser quienes eran. Y ese alguien apareció, en esta ocasión para quedarse.

Sin apenas tiempo para que los vencedores paladeasen su triunfo en la todavía reciente campaña, los perdedores ya se estaban levantando, alentados por la figura redentora de un hombre hecho a sí mismo y con la cartera llena de fórmulas milagrosas (básicamente un proyecto global y connivencia con el poder económico). La masa ya no estaba huérfana. A partir de entonces las demostraciones de orgullo y de adoración al líder se sucederían. También los sueños sobre conquistas futuras. Europa podía echarse a temblar de nuevo.

Y como primer acto con el que asombrar al mundo, como espectáculo inaugural de una nueva era, las masas llenaron un estadio descomunal para convocar, decían, la excelencia en el deporte. Desde el primer momento, hubo quienes se percataron de que aquellas concentraciones de miles de personas tenían mucho más que ver con un mitin político que con un evento deportivo. “Sólo es deporte”, respondían indignados los fieles.

Sí, es cierto: los cuerpos perfectos inundaron inmediatamente los muros de las ciudades y las portadas de la prensa. Seguramente su contemplación fue causa de más de un desmayo entre los periodistas enfervorizados, también entregados a la causa. Una perfección modélica, a la que sin embargo muchos no iban a poder aspirar jamás. Pero la realidad es que, con ser importante, en el plan del nuevo mesías lo principal no era el atleta. Él sabía que la razón que había concitado a las multitudes en aquel magno evento era él mismo. El guía. El artífice de todo aquello.

No sabemos qué habría ocurrido si, como parecía escrito, el ahora profeta se hubiese limitado a levantar edificios, en lugar de almas en pena, acomplejadas y hundidas en la mediocridad. Lo que sí sabemos es que el espectáculo –la concepción espectacular del mundo- iba a ser su herramienta principal. Era, de hecho, el germen de su ideario. La inspiración con la cual iba a cambiarlo todo. Estética de masas -disfrazada de valores- al servicio del negocio de un tipo audaz con aires de grandeza totalmente fuera de lugar en pleno 2009.

9 comentarios:

Carlos Aguilera dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=THSscnKlF0Q&feature=related

Uhmm, Carl Orff.

Rubén dijo...

Buf, esa música es la que quiero yo de fondo cuando pierdan TODO y los cuervos les coman los ojos como en Excalibur.

Blanca Oraa Moyua dijo...

Es fuerte tu comentario pero no deja de tener cierta similitud desde determinados puntos de vista.

Rubén dijo...

No sé si es fuerte, pero no es invento mío; mucha otra gente ha hecho la misma asociación de ideas. Creo que la comparación entre los fastos nazis y los que organiza Florentino, lejos de ser un insulto, sería un halago para los que se ocupan de la imagen y la estética de esa organización nacional-deportiva, si no fuera porque en realidad el Madrid ni siquiera es solamente estética nazi; es nazismo embadurnado de merengue: cusi, hortera, ridículo. En mi opinión, si Albert Speer o Leni Riefenstahl levantaran la cabeza sólo usarían a los 90.000 fieles que acudieron a la presentación de Cristiano Ronaldo como figurantes al fondo del plano en películas protagonizadas por un pedazo de semental y con el Führer mirando extasiado, filmadas para que Goering se hiciese pajas a gusto; nada que ver, por supuesto, con lo del Bernabéu. ¿He dicho “nada”?

Brasas dijo...

Para pajas ésta tuya ;D

Rubén dijo...

Por lo que más quieras, Brasas, por Antonio López, Andrew Wyeth y toda la pintura figurativa junta, por favor: dime que eres del Real Madrid, o que al menos el hartismo es mayoritariamente madridista.

j. aguilera dijo...

Eso no! jeje

1. A mi me gusta Antonio López, me parece muy minusvalorado por la posmodernidad
2. Antonio López es afiliado de un partido comunista. No tiremos relaciones con el fútbol y los toros, porque no es el rollo

Brasas dijo...

No sé qué tiene el comunismo, que a muchos millonarios les encanta...

José Luis dijo...

Te olvidastes de añadir el elemento del "enemigo común" a todos los fieles seguidores del Fürher Florentino (los dos con F casualidad? jajajaja). Ese al que hay que aniquilar y derrotar para llegar a reconquistar el próximo Reich/título :) Por supuesto me refiero al Barça

Muy divertida la comparación...aunque no sé si plenamente acertada. Lo digo por que a AH por lo menos le habían elegido en unas "elecciones" "democráticas", en cambio FP llegó, vió y se autodesignó presi.

Saludos.

PD: no soy del Barça jajajaja. Ahora que lo pienso no soy de ningún equipo XD