"En el mundo que habitamos dominado por los medios, el artista se ve inmerso en una presión constante por hacer algo nuevo, innovador. Si un artista deriva su estilo de antiguas fuentes, su trabajo se arriesga a ser tildado precisamente de anticuado y anacrónico. Un estilo que se antoje como de los años veinte puede resultar arcaico para algunos. Sin embargo, tiempo atrás los artesanos trabajaban invariablemente en estilos tradicionales que se habían asentado durante generaciones a través de gremios y talleres. El cambio por el cambio en las artes, para vender simplemente algo nuevo, no se contemplaba en esa cultura compartida.Hasta la era industrial la moda fue una preocupación exclusivamente aristocrática. En estos tiempos, en cambio, nos vemos agarrotados por un proceso de innovación compulsivo por el que el artista debe ser un presunto rebelde si pretende el más mínimo reconocimiento. Ser el mejor en lo que haces parece que no basta.
Soy una persona visualmente dotada y, en ese sentido, la narración me resulta secundaria. También he podido observar que la mayoría de las personas no están bien "sintonizadas" visualmente. A lo que suelen responder más que nada es a las historias. Una narración simple y bien acotada. [...]
Los mejores cómics combinan una imagen potente con un relato de peso. La mayoría de los profesionales dominan una u otra facultad. Muchos artistas técnicamente capaces son buenos creadores de imágenes, ilustradores, básicamente. Otros cuentan con un talento artístico reducido, pero son buenos contadores de historias, conocedores de la estructura de una trama, del desarrollo de los personajes y de la dinámica del diálogo. Es raro encontrar ambos elementos equilibrados con la debida fuerza en un único artista."



