jueves, 9 de septiembre de 2010

Juan Ugalde

Ahora que yo también he vuelto al campo, y a colación del post sobre Juan Ugalde que hace unas semanas publicó Fiasco en Readvolution, reproduzco aquí la entrevista que le hice a este interesante artista en 2005 para la revista Salir Salir Madrid:

Cuando Juan Ugalde decidió dejar Madrid e irse a vivir a El Escorial, en busca del entorno privilegiado de la Sierra de Guadarrama, no imaginaba que este paraíso natural podía llegar a ser pasto de la misma especulación que normalmente campa a sus anchas por nuestras ciudades. Curiosamente, la deshumanización del medio urbano y su periferia venía siendo un tema recurrente en la obra de Ugalde, a quien siempre le ha gustado fijar su mirada en elementos que puedan hacernos reflexionar sobre nuestra voraz colonización de la naturaleza: barrios de insulsos bloques de hormigón, descampados, cementerios de coches o chabolas. “Mi acercamiento a estos problemas se ha vuelto una cuestión personal“, dice refiriéndose a los desmanes urbanísticos de la sierra, futuro Parque Nacional.

El proyecto que hasta el 10 de julio expone el Centro Cultural Conde Duque, dentro de la programación de PHotoEspaña2005, incide de nuevo en estos asuntos. “En Ciudad Nueva Visión hago una instalación en la que planteo, en tono paródico, los límites a los que se está llegando en el crecimiento de la ciudad contemporánea. El montaje evoca el ambiente de una caseta de venta de una inmobiliaria, en la que los carteles publicitarios muestran imágenes desoladoras de edificios en construcción, e incluye un vídeo promocional de la supuesta agencia”.

Hay cosas en Juan Ugalde (Bilbao, 1958) que le hacen una figura excepcional dentro del arte contemporáneo. Una de ellas es su actitud ante el público, en las antípodas de cualquier elitismo. “Se están haciendo unos museos no para la sociedad en general, sino para expertos. Existe un arte, especialmente desde los 90, basado en unos lenguajes demasiado filtrados que a mí no me interesa, que no se entiende, y que tiene un halo de misterio que es pura fachada. Yo siempre he querido usar lenguajes que fuesen comprensibles para cualquiera”. Lo cierto es que lleva más de veinte años consiguiéndolo.


En sus comienzos se trataba de pinturas a caballo entre el neoexpresionismo y el pop –a menudo incluían personajes de los cómics de la editorial Bruguera- en las que insertaba imágenes de prensa recortadas. Ugalde, que conoció de primera mano los 80 madrileños y los neoyorquinos, reconoce que aquella fue una época de gran efervescencia creativa. “Fueron años divertidos, muy importantes para todos los que empezábamos, aunque también de bastante mercantilismo. Evidentemente aquí éramos más ingenuos, salíamos de una dictadura en la que nos faltaba mucha información, pero era necesario ese momento de locura”. En la Gran Manzana formaría, junto a algunos artistas más, el ya mítico colectivo Estrujenbank, que a su vuelta a España funcionó como una plataforma de auténtica subversión artística. “Fue algo intensísimo, y supuso un cambio bestial desde el trabajo individual al colectivo. Hicimos cosas en muchos campos, desde escribir un libro a hacer vídeos, foto, tuvimos una sala de exposiciones... todo maravilloso, pero en su momento nos tiraron piedras, porque no encajábamos en los círculos convencionales del arte. Llegamos a hacer una campaña cuestionando la grandilocuencia de eventos como la Expo de Sevilla, y algunas otras iniciativas que molestaron a mucha gente de la crítica, como Juan Manuel Bonet, que nos puso a caldo”.


A partir de 1992 comenzó a hacer los trabajos con los que alcanzaría el máximo reconocimiento, sus famosas fotografías pegadas a un lienzo y cuyo motivo Ugalde prolonga y retoca a base de estudiadas pinceladas. “Lo del género me lo he dejado de plantear. Mi trabajo es pintura, pero también fotografía. Hace un tiempo intenté una serie de cuadros sin incluir ninguna foto y no me convencieron, no los saqué. En realidad el soporte es lo de menos. En el proyecto Ciudad Nueva Visión, por ejemplo, el vídeo cumple una función importante”.


Siempre ha sido fácil identificar en la obra de Juan Ugalde muchos de los rasgos que habitualmente asignamos al posmodernismo artístico: la parodia, la mezcla de estilos, el collage, las citas de la cultura popular..., rasgos que, en su caso, articulan una trayectoria que camina hacia una progresiva estilización formal. Pero las etiquetas nunca han preocupado demasiado a Ugalde. “Hace bastantes años se hablaba mucho de eso, de qué era lo posmoderno. Ahora no, quizás el tema esté ya un poco pasado de moda. Personalmente no quiero renunciar a la estética, pero tampoco al compromiso social. Vivimos en un mundo en el que cada vez más nos preocupamos sólo de lo material; para mucha gente sus aspiraciones se reducen a habitar un chalet en una urbanización con piscina y pista de pádel... Yo trato de acercarme a todo eso a través de la ironía y también, sí, de cierta estetización”.

Juan Ugalde, luciendo el jersey naranja que tantos quebraderos de cabeza dio a la fotógrafa, Belén Cerviño

3 comentarios:

Anónimo dijo...

que tipo mas feo

Peggy dijo...

Mira por donde una le conoce personalmente ....ironia y sensibilidad ...aun en la brecha de la innovación .....


Un Saludo

Rubén dijo...

Siento no darte lo que buscas, Anónimo; prueba aquí.

Un saludo a todos.