lunes, 10 de mayo de 2010

Lo más profundo es la piel


Lo más profundo es la piel trata de los acercamientos al concepto de piel (entendido ampliamente) hechos desde el arte, sobre la gran variedad de aproximaciones que un buen número de artistas, cineastas y arquitectos nos han ofrecido sobre un tema tan sugerente. La pieza, cuyo título está inspirado en una famosa frase de Paul Valéry, traza un recorrido por muchas de las obras que han ido configurando toda una dermatología del arte. Una diversidad de enfoques y temáticas que, comentadas por el ensayista y crítico del arte de la Universidade de Vigo Alberto Ruiz de Samaniego y el profesor de Historia de la Arquitectura de la Universidade d´A Coruña Miguel Abelleira, articulan una visión de conjunto heterogénea y multidisciplinar. Todo a través de la obra de artistas como Joseph Beuys, Yves Klein, Jana Sterbak, Damien Hirst, Peter Greenaway, David Cronenberg, Mies van der Rohe y muchos más.

Desde hace siglos la piel evoca separación y vínculo. Por este carácter de frontera entre nosotros y el mundo, simboliza eficazmente múltiples paradojas de la sociedad actual, y así parecen percibirla un buen número de artistas. La piel se ha revelado como una metáfora idónea sobre la ambigüedad posmoderna; como advirtió el filósofo Jean-François Lyotrad, "la superficie del cuerpo no es una superficie comparable a un telón o a una pantalla de cine o a una tela para pintar. Está llena de agujeros, o, más bien, los agujeros son parte de la piel, la piel forma involución cavando lo que se llama un interior (porque adopta el punto de vista del teatro), pero que es tan exterior como el exterior".

Ninguna otra parte del cuerpo es tan limitadora y, al mismo tiempo, tan definitoria de nuestra identidad. En este sentido, Lo más profundo es la piel bascula en todo momento entre los artistas que nos ofrecieron una visión alentadora de la piel metafórica y los que la contemplaron como un motivo de denuncia. Porque, si hacemos un poco de historia, veremos que frente a concepciones liberadoras como las defendidas por los activistas del body art -en lo que fueron los últimos coletazos de una vanguardia utópica-, las obras de las últimas generaciones denotan un desencanto y frustración notables, actitud ilustrada con frecuencia a través de pieles consideradas más como cárceles que como soportes para la emancipación (las películas de David Cronenberg son en esto paradigmáticas).

En los años 60 el accionista vienés Gunter Brüs, célebre por sus actuaciones sobre la propia piel, explicó la opción emancipatoria: "La auto-pintura es una evolución de la pintura. El lienzo ha perdido su función como único soporte de expresión. La pintura ha vuelto a sus orígenes, al muro, al objeto, al ser vivo, al cuerpo humano. [...] Todo se tiñe de blanco, todo se convierte en lienzo." En la misma época, Piero Manzzoni elevaba a la categoría de obra de arte los cuerpos sobre cuya piel firmaba. Pero veinte años después, toda ingenuidad había desaparecido ya. El esqueleto radiografado de Barbara Kruger en Memory is Your Image of Perfection, o las marcas cicatrizadas de firmas comerciales como Bvlgari o Nike simuladas sobre la piel de modelos publicitarias (obra de Daniele Buetti) no hacían sino asociar la piel a una especie de esclavitud, de carácter más estético en el primer caso, en el segundo incidiendo más en lo económico, pero ambos vinculados a una crítica del capitalismo. Como dejó escrito Juan Antonio Ramírez, "el interior del cuerpo (el esqueleto) es lo permanente, y la envoltura no visible (carne y piel) se presenta como algo sometido a las inevitables transformaciones aportadas por el tiempo. La transparencia parece ser para Kruger una manera de contemplar la esencia" [...] "Si la firma del artista convertía al cuerpo en obra de arte, la marca escarificada en las imágenes de Buetti lo transforma en mercancía."

La piel ha sido considerada, además, como un archivo privilegiado de nuestra trayectoria vital. La tradición de este enfoque es riquísima, y Lo más profundo es la piel se acerca también a ella. Desde el Andy Warhol fotografiado por Richard Avedon, en el que sólo mostró su torso cicatrizado después del atentado sufrido en 1968, hasta las performances de Santiago Sierra en las que varias personas se dejaban tatuar a cambio de dinero, pasando por la trayectoria de Orlan o las múltiples reflexiones que el tatuaje ha suscitado.

El cortometraje fue una iniciativa del extinto portal arte-net.org, y fue producido por Metropolitano P. C. (productora también desaparecida) para ser proyectado entre noviembre y diciembre de 2004 en el BAC! V Festival Internacional de Arte Contemporáneo en Barcelona.

Lo más profundo es la piel (1/4) from ARTELLANDO on Vimeo.



Lo más profundo es la piel (2/4) from ARTELLANDO on Vimeo.



Lo más profundo es la piel (3/4) from ARTELLANDO on Vimeo.



Lo más profundo es la piel (4/4) from ARTELLANDO on Vimeo.

5 comentarios:

Delia dijo...

"Las arrugas de la piel son ese algo indescriptible que procede del alma" (Simone de Beauvoir)

Gracias Rubén, lo disfrutaremos!

Cristina dijo...

Samaniego me dio clase de estética en Pontevedra ¡¡adoraba esas clases!! Gracias por poner esta información aquí. Un saludo

Rubén dijo...

Es muy bueno, yo creo que casi mejor hablando que escribiendo.
Un saludo

Cristina dijo...

Si, tienes razon. Escucharlo hablar es toda una experiencia estetica :) salludos

Rubén dijo...

El mérito del documental es todo suyo, las cosas como son.