lunes, 30 de noviembre de 2009

En todos sitios cuecen habas (II)

"En el mundo que habitamos dominado por los medios, el artista se ve inmerso en una presión constante por hacer algo nuevo, innovador. Si un artista deriva su estilo de antiguas fuentes, su trabajo se arriesga a ser tildado precisamente de anticuado y anacrónico. Un estilo que se antoje como de los años veinte puede resultar arcaico para algunos. Sin embargo, tiempo atrás los artesanos trabajaban invariablemente en estilos tradicionales que se habían asentado durante generaciones a través de gremios y talleres. El cambio por el cambio en las artes, para vender simplemente algo nuevo, no se contemplaba en esa cultura compartida.
Hasta la era industrial la moda fue una preocupación exclusivamente aristocrática. En estos tiempos, en cambio, nos vemos agarrotados por un proceso de innovación compulsivo por el que el artista debe ser un presunto rebelde si pretende el más mínimo reconocimiento. Ser el mejor en lo que haces parece que no basta.
Soy una persona visualmente dotada y, en ese sentido, la narración me resulta secundaria. También he podido observar que la mayoría de las personas no están bien "sintonizadas" visualmente. A lo que suelen responder más que nada es a las historias. Una narración simple y bien acotada.
[...]

Los mejores cómics combinan una imagen potente con un relato de peso. La mayoría de los profesionales dominan una u otra facultad. Muchos artistas técnicamente capaces son buenos creadores de imágenes, ilustradores, básicamente. Otros cuentan con un talento artístico reducido, pero son buenos contadores de historias, conocedores de la estructura de una trama, del desarrollo de los personajes y de la dinámica del diálogo. Es raro encontrar ambos elementos equilibrados con la debida fuerza en un único artista."

Robert Crumb y Peter Poplaski, Robert Crumb recuerdos y opiniones, Global Rhythm Press, Barcelona, 2008, p. 239-244

5 comentarios:

Blanca Oraa Moyua dijo...

Detesto el tiburón del inglés.

Rubén dijo...

Hola, Blanca. ¿Por qué lo detestas? A mí nunca me pareció nada del otro mundo; en realidad nada de lo que hace Hirst me lo parece. Pero el otro día leí algo interesante dicho por él -creo que por primera vez-, algo así como que un tiburón vivo parece que está muerto, y cuando está muerto parece vivo. Eso no sucede con una vaca, lo cual explica en parte por qué su vaca y los otros animales seccionados no se han convertido en un icono como el tiburón. Yo hace siete años apostaba más por la vaca seccionada que por el tiburón, cuyo título conviene recordar: "La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo".

Anónimo dijo...

Algunos artistas tenemos ambas capacidades: literaria y visual (segun dice Crumb). Otros no tienen ni la una ni la otra, ese es tu caso Rubén, pero no te preocupes, es el de la mayoría.

Rubén dijo...

Que sí, que eres la hostia y yo un mierda, ya lo sé (pero léete un poquito lo de la belleza a partir del XVIII, anda).

Nes dijo...

Me gusta sobre todo la segunda parte del texto en relación al comentario del otro día, la vanguardia multidisciplinar.

A mí siempre me gustó el tiburón, lo bueno sería poder ver ahora nuestra reacción la primera vez que lo vimos.